Existen evidencias bíblicas acerca de “enojo” presente en la vida de algunos siervos de Dios. Esto podría ser tomado como una excusa para que hoy se diga que el enojo es permitido o que es algo natural y sin importancia. Por otro lado, creemos que Dios se enoja, lo que no llegamos a comprender es tal naturaleza divina que le permite enojarse sin dejar de dar misericordia y amor al mismo tiempo.
En el cuadro de la destrucción de Israel como castigo de Dios vemos al profeta Jeremías exclamando: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias” (Lam.3:22). El profeta estaba declarando que aunque el enojo de Dios cayó sobre su pueblo, en medio de tal enojo él no había dejado de mostrar misericordia en igual medida. Esto es algo difícil de comprender para la mente humana. Pero definitivamente tenemos que aceptar que existe un enojo santo. Pero tal enojo sólo puede provenir de Dios, y en ninguna manera del corazón humano, esa es la gran diferencia.
¿Cuál es la fuente del enojo?
1. EL ENOJO PECAMINOSO.
El enojo pecaminoso tiene su nacimiento en el “corazón caído” del hombre. El enojo pecaminoso se activa por motivos personales y egoístas. En razón a: Deseos no cumplidos, expectativas sobre los demás que no han sido alcanzadas, ofensa contra su propia persona, exigencia de derechos, desacuerdo de ideas, contradicciones, reclamos, etc. Todos estos aspectos pertenecen a la vida terrenal.
Ejemplos bíblicos:
- Caín: La envidia y los celos.
- Sansón: La lujuria y el orgullo.
- David: La insensibilidad a la palabra y el pecado oculto.
- Moisés: La arrogancia.
- Saulo: El odio y la blasfemia.
- Martha: El derecho propio.
2. EL ENOJO SANTO.
Por otra parte, el “Enojo Santo” nace del fruto del Espíritu por el celo de las cosas santas de Dios, y más que de las cosas, del mismo Señor. Este enojo viene de Dios y se ve manifestado:
- Cuando el pueblo de Dios se ha ido tras la idolatría y el placer carnal, Ex. 32:19-32
En esta historia podemos notar que todo el tiempo Moisés habla en nombre de Dios. El enojo santo siempre resaltará la santidad y la palabra pura de Dios. Y Moisés habla del pecado contra Jehová e inmediatamente busca el perdón y la reconciliación. Todo el pueblo tenía la oportunidad de arrepentirse y ponerse de parte de Dios (no de Moisés, v.26), el pueblo estaba tan desenfrenado y rebelde que gran parte no quiso arrepentirse, es por esto que cayeron muertos. Aun en su enojo, Dios estaba mostrando clemencia y perdón. [El enojo pecaminoso no haría esto]. Después, vemos a Moisés pidiendo perdón para el pueblo que había pecado. Una característica del enojo santo es que este lleva a todos a la comunión con Dios, mientras que el pecaminoso te acerca más a otros pecados.
- Cuando se han mezclado las cosas santas con las cosas profanas, Mr. 11:15-19
Casi todos dan por enojado a Jesús en el relato de la purificación del templo aunque el texto no registre tal enojo. Pero, si aun así fuera, podemos notar ciertas características que nos hacen dar cuenta de que este no es un enojo carnal:
(1) Jesús habla de su Padre y el celo por su santidad.
(2) Jesús también realiza obras en medio de este enojo que nosotros no realizaríamos en caso de enojarnos:
- El evangelio de Marcos nos dice que Jesús les enseñaba mientras no permitía el paso a ninguno con mercancía. Evidentemente esta era señal de compasión y celo por las cosas de Dios, ya que no vemos que los echa fuera, en un arrebato de ira, sino que se toma el tiempo para enseñarles la palabra de Dios. Jesús cita las Escrituras (Mr. 11:16-17)
- El evangelio de Mateo registra que, en medio de esta acción, inmediatamente Jesús, se puso hacer bien a las personas sanándolas y recibiéndo a todos [Mt. 21:13-14]. Incluso les defendía (Mt. 21:15-16). Es evidente que Jesús no está actuando egoístamente, él no está pecando. Al contrario, les esta enseñando el buen camino. Este no es un enojo pecaminoso más bien un celo por enseñar a practicar correctamente la Biblia. ¿Quién hace bien a las personas cuando se enoja contra ellas?
- Cuando la palabra de Dios deja de ser cumplida en el liderazgo, Hch. 7:51-57
Esteban, otro ejemplo de un hombre santo de Dios que en estos versos parece responder con autoridad y firmeza. Pero este se trata del celo provocado por la llenura del Espíritu Santo [Hch 7:8-15], y la completa dependencia de la palabra de Dios. Este celo es muy necesario en el día de hoy, donde se enseña que a los líderes o pastores no hay que ni mirarlos a los ojos. Pues al contrario, a los líderes se les debe demandar con mayor rigor el cumplimiento fiel de la palabra de Dios. Esteban, al hacerlo, no pecó en ninguna manera; sólo les dijo la verdad. Lo impresionante de esto, es notar que él era consiente del peso que esto implicaba: ¡Su propia vida! Indudablemente, esto solo puede tratarse de un celo santo por la palabra de Dios sin pretensiones egoístas. Además, no olvidemos que él se tomó el tiempo y la paciencia de explicarles todo el antiguo testamento.
- Cuando la doctrina deja de ser enseñada y practicada como debe ser, Gá. 2:11-21
El Apóstol Pablo, sin dudas, había sido alguien bien temperamental. Pero en este pasaje de Gálatas, él mismo relata que ya su “yo” estaba crucificado, y lo que ahora estaba haciendo era producido por Cristo, (Gá. 2:20). Él estaba reprendiendo públicamente, y cara a cara, a nadie más y nadie menos que Pedro, el Apóstol; uno de los grandes líderes de la iglesia con autoridad expresa del Señor Jesucristo. También es evidente que la causa aquí es la doctrina de Cristo y su salvación por medio de la fe. Él énfasis que Pablo hacía era, no solo de enseñar correctamente la doctrina sino también de vivirla y practicarla como se debe.
Es claro entonces que existe una diferencia abismal entre el enojo pecaminoso y el santo. La Biblia nos dice que es posible llegar al enojo sin pecar (Efesios 4:26a). Pero inmediatamente dice: No se ponga el sol sobre vuestro enojo (v. 26b). Esto quiere decir que inmediatamente debemos resolver lo de nuestro enojo y no quedarnos con él, menos dejarnos llevar por él. Por lo que enseguida vuelve a decir: “quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira…” (v. 31)
EN CONCLUSIÓN:
Nosotros no somos Dios, lo mejor es no darle lugar a ningún tipo de enojo, y menos cuando no estamos siendo llenos del Espíritu y la palabra de Cristo como Esteban, Pablo o el mismo Señor Jesucristo.
Tu enojo es pecaminoso:
- Cuando nace abruptamente y sin pensar.
- Cuando se forma de guardar algo en el corazón contra alguien.
- Cuando es producido por pretensiones egoístas como los celos, las envidias, los puntos de vista diferentes, algún beneficio, etc.
- Cuando es alguna reacción a cierta ofensa, ataque o burla.
- Cuando hay reclamos de derechos.
- Cuando te acerca a otros pecados.
- Cuando no estas controlado por el Espíritu Santo, sino por tu carne.
- Cuando tu boca es más rápida que tus oídos o tu razón.
- Cuando no hay palabra de Dios de por medio, ni beneficio para los demás.
Tu enojo es santo:
- Si tienes el carácter de Cristo maduro en tu vida.
- Cuando no es por motivos personales ni de cercanos a ti.
- Cuando es motivado por la palabra de Dios.
- Cuando la paz, la misericordia, y la justicia reinan en el corazón y en el actuar.
- Cuando puedes obrar con bien hacia los demás y enseñarles con paciencia, usando la palabra de Dios.
- Si tu único mover, es el celo por las cosas santas de Dios.
- Cuando ese enojo es fácil de apagar, sin arrebatos, ni griterías, etc.
- Cuando no hay sentimientos de venganza o resentimiento.
Continúa en: TRATANDO CON EL ENOJO.