DEVOCIONAL: La evidencia de la satisfacción | 1 Juan 2:15-17

LA EVIDENCIA DE LA SATISFACCIÓN

1 Juan 2:15-17

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.



PUNTO DE PARTIDA:

Vamos a recordar que, en su epístola, Juan está marcando una enorme diferencia entre los verdaderos hijos o siervos de Dios y los falsos. Hay muchas evidencias que demuestran que uno es un cristiano verdadero. Una de estas es la satisfacción que la persona demuestra tener. La satisfacción de alguien puede estar en el mundo o en Dios pero no en ambos.

En este aspecto, el pasaje de hoy se desarrolla en base a cuatro cosas fundamentales para la madurez de nuestra fe:

  • UN IMPERATIVO: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”.
  • UNA EVIDENCIA: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él
  • UNA RAZÓN: “Porque todo lo que hay en el mundo… no proviene del Padre
  • UNA MOTIVACIÓN: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre


SOBRE LA MARCHA:


“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”

La voluntad de Dios es muy clara: que no amemos al mundo. Esto definitivamente no quiere decir que debamos vivir fuera del mundo o aislados de éste (1Co.5:9-10); tampoco quiere decir que odiemos el mundo. Sencillamente quiere decir que no pongamos nuestro corazón, nuestra devoción, nuestra confianza y esperanza en las cosas del mundo.

“Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”
¿Se recuerdan cuando Cristo dijo: No podéis servir y amar a dos señores?, bueno eso es totalmente aplicable a este caso. El mundo es como un señor, uno que intenta robar el lugar de Dios. No podemos amar al mundo y al mismo tiempo amar a Dios. Si tu corazón está cerca del mundo estará lejos de Dios. Así que, para Juan la clara evidencia de alguien está lejos del amor de Dios es que vive amando al mundo.

“Porque todo lo que hay en el mundo… no proviene del Padre”
El imperativo que Dios nos dio es razón suficiente para no amar al mundo. Pero Dios todavía quiere darnos más para convencernos a nosotros mismos a no amar al mundo sino a Dios. Una razón muy importante para no hacerlo es que el mundo ofrece por lo menos cuatro cosas:

  • Lo que hay en el mundo.
  • Los deseos de la carne.
  • Los deseos de los ojos.
  • La vanagloria de la vida.
Pero todas estas cosas no provienen del Padre sino que son contrarias a él. De manera que si queremos vivir para Dios no debemos vivir para estas cosas, renunciemos al amor por ellas.


ALCANZANDO LA META:


Juan concluyó diciendo: “el mundo pasa y sus deseos”. Nuestra motivación de vida está mucho más arriba que las cosas superficiales. Todo de este mundo pasará, es mejor poner nuestro corazón en lo eterno. Ojo que no todo lo que hay en el mundo es malo, lo malo es poner al mundo por encima de Dios. Por ejemplo: Familia, trabajo, dinero, afanes, casa, etc.

Por otra parte, cuando hablamos del “mundo” solemos pensar en fiestas, alcohol, drogas, libertinaje, etc. Pero también deberíamos pensar en las actitudes del mundo como las peleas, enemistades, contiendas, enojo, ira, gritería, malas expresiones, chismosear, falta de sumisión etc. Porque “mundo” es todo aquello que no va de acuerdo al carácter santo de Dios. Que nuestro mayor deleite sea hacer la voluntad de Dios.

¿Dónde está tu mayor satisfacción?



UN REFRESQUITO:


No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad." Juan 17:15‭-‬18

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Salmo 73:25-26)

"Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmos 16:11)

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