ADÁN | La soledad del primer hombre

LA SOLEDAD DEL PRIMER HOMBRE

Todos podemos conocer y recordar a Adán de distintas maneras; como el primer ser humano creado; el primer varón; la cumbre de la creación de Dios; el hombre perfecto; el progenitor de la raza humana, y de muchas maneras más. Sin embargo, fieles a nuestro estilo, queremos enfocarnos en una parte de la vida de Adán poco considerada: su soledad.

Si en alguna oportunidad, usted se ha sentido profundamente solo(a) estando rodeado de muchas personas, y con mucho trabajo por hacer, entonces más o menos puede comprender cómo se habrá sentido Adán cuando aún no tenía a Eva a su lado.

La diferencia es que a nosotros nos rodean personas, a Adán le rodeaban animales y plantas; nosotros tenemos la esperanza de volver a casa, Adán no tenía absolutamente a nadie más; ni el consejo de un amigo, ni de antecesores en el tipo de trabajo o ministerio que le había tocado. Así que, desde este punto de vista, la soledad de Adán no sólo se limitaba al hecho de no tener una pareja amorosa, sino a todo su mundo y a todo su ser.

El hombre no fue creado para desarrollarse solo, sino que fue diseñado para relacionarse; es más se sabe que un periodo de soledad profunda puede conducir a cualquiera a la locura. Pero, aun así, Adán tuvo que pasar un tiempo experimentando la soledad. Aunque nunca estuvo realmente solo.

Adán tenía algunas cosas que le ayudaban a sobrellevar su estado de soledad. De estas cosas podemos extraer principios de aliento y fortaleza que nos pueden ayudar mucho el día de hoy:

1. SU RELACIÓN ESPECIAL CON DIOS. (Gn.2:7-9; 3:8)

Esto significaba las más grande fortaleza que el hombre podía tener a su favor. El Génesis nos describe la manera en que Dios se paseaba en el huerto, muy cerca; Adán podía escuchar su voz y sentir sus pasos cuando venía a visitarlo. Jamás la comunión entre Dios y el hombre ha sido tan completa, tan perfecta. Gracias a Cristo, que se aproximó a nosotros y nos abrió el camino, podemos volver a esa misma comunión con Dios; todos podemos tener el Edén en nuestro corazón. Disfrutar de la presencia del Señor cada día, cada hora. Es algo que debemos valorar como se debe; pues siempre que nos sentimos solos, es porque hemos descuidado o restado valor a esta sublime relación de algún modo.

2. SU INTEGRIDAD. (Gn.2:17)

El sentido de moralidad jamás fue tan alto en el mundo, más aún perfecto. El estado de santidad de Job no se comparaba con el de Adán, pero él dijo a sus amigos: “no quitaré de mí mi integridad.” (Job 27:5). Así que, de ambos podemos aprender que la integridad es una gran fortaleza para tiempos de soledad y dolor; pueden quitarte todo, pero siempre que conserves tu integridad estarás completo y listo para luchar un día más. Adán podía sentir muchas cosas, más siempre podía levantar los ojos al cielo. No permitas que las aflicciones de la vida puedan socavar el valor de tus principios.

3. SU TRABAJO. (Gn.2:15; 19-20)

Algunos creen que el trabajo vino como castigo por causa del pecado. Sin embargo, una lectura más cuidadosa al Génesis nos revela que el trabajo, lejos de ser un castigo, era una bendición. El hombre experimentó la responsabilidad de trabajar mucho antes de que se supiera en estado de necesidad. Es tiempo de dejar de ver a tu trabajo como una obligación para comer o sobrevivir, y verlo como una oportunidad de glorificar a Dios (Col.3:22). Por otro lado, esto te enseña que, en tiempos de aflicción, no debes darte al abandono; sigue cumpliendo tus responsabilidades, desempeña cosas productivas, sobre todo “no dejes de trabajar para el reino de Cristo”.

4. SU AUTORIDAD. (Gn.1:28)

Es cierto que Adán recibió una autoridad delegada, lo que hoy sería una autoridad por posición; sin embargo, desarrollar y conservar esa autoridad requiere más que un puesto. La autoridad de Adán estaba ligada estrechamente a la sabiduría que le había sido dada. Así que, saber usar lo que tenemos de Dios es determinante para tiempos de soledad o de prueba, sobre todo si tenemos la responsabilidad de un hogar, un ministerio, o algún liderazgo. Es importante aprender a desarrollar una autoridad por influencia; sobre todo por sabiduría de Dios.

Tomaré prestado lo que Duffield escribió sobre Adán, en este aspecto: “Aparentemente, la sabiduría de Adán incluía un profundo conocimiento de la naturaleza y propósito relativo de cada especie. En tiempos primitivos los nombres hacían más que identificar al poseedor; ellos revelaban carácter y destino. El padre de la raza humana no era un adolescente desarrollado, él era el científico residente del Edén.” (Fundamentos de Teología; p. 149). Y usted ¿está creciendo en sabiduría y autoridad?

5. SU CUIDADO DE LO DEMÁS.

En tiempos de soledad es casi imposible pensar en otros o en otras cosas; pero precisamente esto es lo que tenemos que aprender de Adán. Su trabajo, su propósito, su diseño de existencia, giraban en torno a los demás; su vocación era servir a Dios y cuidar de todo lo que existe. Alza tus ojos y te darás cuenta de que siempre hay mucho por qué vivir y por qué seguir adelante. Mientras estés en este mundo tienes un propósito para con él. ¿Cuántas responsabilidades y privilegios has recibido de Dios? ¿Cuánta necesidad observas a tu alrededor? Deja de enfocarte en ti mismo, y verás como la soledad solamente es un efecto visual en tu mente; la realidad depende con qué actitud, madurez, sabiduría y perspectiva observes las cosas.

APLICACIÓN:

No olvides estas cinco cosas. Aprende más de ellas, y úsalas con valor en todo momento. Recuerda que las cosas pasadas se han escrito para aprender a caminar un mejor mañana. Adán tuvo que experimentar todo ello para que tú pudieras aprender, y quizá de ti lo aprendan tantos más.

Dios te bendiga. Comparte.
Pastor Jonatán | Argumentos Bíblicos | Aplicando la Teología