LAS INDIRECTAS DESDE EL PÚLPITO | Preguntas y respuestas importantes

INDIRECTAS DESDE EL PÚLPITO

Cada vez se hace más grande el número de personas que nos consultan acerca de las indirectas que lanzan los pastores o predicadores desde el púlpito. Muchos preguntan si es lícito esa práctica o qué es lo que se debería hacer cuando noten esa costumbre en sus pastores. ¿Es acaso una obra del Espíritu Santo que un predicador lance algunas frases sueltas con dirección a alguien específico mientras predica?

No hay duda que cuando es Dios quién habla por medio de una exposición bíblica, muchos se sentirán identificados con el llamado de atención y serán redargüidos a cambiar o corregir ciertas áreas de sus vidas personales. Cuando esto sucede así, las personas identificadas se acercan a Dios y el resto ratifica que en verdad Dios ha hablado.

Pero de lo que estamos hablando aquí es cuando ya es evidente que el predicador tiene una contienda especial con alguien, o varias personas, de su congregación y desea usar el tiempo privilegiado de la predicación para inclinar las cosas a su favor y sin que dichas personas tengan opción a responder o defenderse.

¿Cómo notar cuando alguien está lanzando indirectas desde el púlpito?

Hay algunos factores que podemos notar en el predicador cuando esté sucediendo algo como esto:

  1. El fervor de su oración. Se le siente menos espiritualidad al momento de orar. Se enfoca en pedir más por el punto que quiere resaltar que de la enseñanza central del mensaje o las necesidades en general. Hace algunas advertencias durante su oración.
  2. Su estado de humor. Sonríe poco o nada porque está más serio de lo que acostumbra. Algunos elevan demasiado la voz o golpean el púlpito con las manos. En lugar de edificación genera un clima de miedo entre los participantes.
  3. Una charla a título personal. Durante su exposición parece que estuviera en una discusión con alguien específico. Hace una introducción larga a la predicación que muchas veces no tiene mucho que ver con el tema a enseñar.

    “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido” 2 Timoteo 2:24

  4. La defensa de sus actos o de su persona. Habla como si estuviera siendo acusado por alguien y estuviera en la necesidad de presentar una defensa, él es el ofendido o la víctima. Se centra en hablar más de sí mismo que de la Palabra. Un dato importante es que no puede mirar directo, y con paz, a los ojos de aquellos de quienes está hablando.
  5. La exégesis incorrecta del pasaje bíblico. Suelen olvidar por completo las reglas de interpretación bíblica. Poniendo más énfasis en algunas palabras o frases cortas de los versículos aunque esté quitándolas de su debido contexto.
  6. El tiempo exagerado en un punto del sermón. También se olvida totalmente del arte de la Homilética y su sermón carece de orden y sentido lógico. Si la predicación es expositiva o sistemática se ocupan más en hablar del punto que quiere usar para lanzar las indirectas aunque no se traten de puntos principales del pasaje. Si la predicación es temática es más seguro que elija un tema apropiado para lanzar sus indirectas en casi toda la predicación.
  7. Habla excesivamente del juicio divino. Apela mucho al castigo de Dios como una advertencia para aquel a quien se está dirigiendo. Usa alguna historia o personaje de la Biblia, a quién le haya ido muy mal, para solidificar sus advertencias.

“Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” Tito 3:2

Hay indirectas que son más “directas” que otras, y algunas que son más disimuladas. Pero lo cierto es que no se debe usar el púlpito para tratar cuestiones o rivalidades que sólo deberían tratarse de manera personal.

¿Cuáles son las causas por las que alguien lanza indirectas?

  • Por orgullo o soberbia. Esta persona no está dispuesta a escuchar las razones o la corrección de otros, usa el temor del púlpito para hacer prevalecer sólo sus planteamientos. Por otro lado, se ha vestido de una falsa autoridad que le hace creer que tiene derecho a hacer lo que hace.
  • Por cobardía. Muchos de los que lanzan indirectas desde el púlpito sólo están develando el miedo que sienten hacia ciertas personas o asuntos. Usan el nombre o la palabra de Dios para decir en un espacio acondicionado, y hasta con defensores, lo que no se atreve a decirle a la persona frente a frente. Por esto mismo, alguien muy bien ha dicho “muchas veces el púlpito se ha convertido en el altar de los cobardes.”
  • Por ignorancia. También existe la posibilidad de que muchos cometan este daño porque lo han aprendido así de otros y piensan que es correcto hacerlo. Personas con poco sentido común y con casi nada de preparación bíblica o espiritual lanzan siempre indirectas desde el púlpito porque creen que es la manera que Dios habla o que así se resuelven las cosas.

“no debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado en cuanto al dinero.” 1 Timoteo 3:3

  • Por inmadurez espiritual. La Biblia advierte claramente que no se debe colocar en el ministerio pastoral a un neófito pues podría envanecerse en su orgullo y cometer grandes imprudencias. “no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.” (1Tim.3:6). Esto debe aplicarse no sólo a la persona recién convertida a la fe, sino también a aquellos que aunque tienen muchos años de haberse convertido no han madurado debidamente en la fe.
  • Por celos o envidia. Aquí tenemos lo que conocemos como las indirectas sin razón aparente. Es cuando el líder ve que una o más personas están creciendo en su influencia y van ganando el amor de la congregación, o que tienen más capacidad que él, y busca de alguna manera apabullar a los que ahora considera sus rivales ministeriales.

“Haced todo sin murmuraciones y contiendas,” Filipenses 2:14

  • Por falta de dependencia espiritual. Es cuando el pastor o el predicador ha dejado de depender de Dios en ruegos y oraciones. Un maestro debe permanecer en constante dependencia de Dios, buscando incansablemente su sabiduría al mismo tiempo que no deja de aprender mediante un estudio profundo de las Escrituras. Cuando esto no sucede así es más fácil que tal persona se envanezca, y termine controlado por su carne, esto se notará aún desde el púlpito.

“está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,” 1 Timoteo 6:4

  • Por autosuficiencia ministerial. Otro error que suelen cometer muchos pastores y líderes espirituales es que dejan de depender los unos de los otros. Un pastor tiene que permanecer en contacto y comunión con otros siervos que le puedan estar animando, aconsejando, exhortando y hasta corrigiendo. Cuando alguien se vuelve “autosuficiente” en su espiritualidad y en su ministerio acarrea un gran peso y vive bajo una presión que difícilmente soportará por sí mismo, una de las tantas maneras en que esto se manifiesta es la carnalidad que muestra en el púlpito.
  • Por mala influencia. Algunos líderes espirituales no sólo no dependen de buenos siervos de Dios sino que hacen todo lo contrario, se rodean de personas que no son maduras ni espirituales, estas personas le aconsejan mal e influyen negativamente sobre él.

“Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo… no pendenciero… sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza” 1 Timoteo 3:3

¿Qué se debería hacer?

Si sientes que eres al que le mandan las indirectas:

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” Mateo 18:15

Lo que NO deberías hacer: Primero asegúrate de no hacer nada de esto…

  1. Reaccionar en la carne.
  2. Desanimarte en tu vida espiritual.
  3. Dejar de congregar.
  4. Hablar mal de la persona con otros.
  5. Tomar algún tipo de venganza como por ejemplo publicar indirectas en el perfil de tu Facebook.

Lo que SI debes hacer:

  1. Asegúrate de que en verdad son indirectas.
    • Pregúntale a otros miembros maduros de la congregación si han percibido que el pastor o predicador ha estado lanzando indirectas o si no ha estado en el Espíritu.
    • Observa si se viene repitiendo eso mismo en más de una ocasión, aunque el tema o el pasaje que sigue no tiene que ver mucho con lo que está diciendo.
  2. Ora al Señor por Sabiduría.
  3. Busca consejo en un hermano maduro y espiritual.
  4. Asegúrate de estar en control del Espíritu en todo momento.
  5. Busca una conversación respetuosa y privada con el pastor o predicador.
  6. Redargúyele de lo que está haciendo mal, usando la palabra del Señor y hazlo con sincero respeto y amor.
  7. Si él se arrepiente y te pide perdón, perdónale y vuelvan a la comunión y el gozo del Señor. Si él persiste en su mal obrar o si no quiere reconocerlo, habla con un siervo espiritual y maduro para que te aconseje si en tu caso es necesario salir de la congregación o hacer alguna otra cosa.

Si eres el que manda la indirecta:

  1. Pide perdón al Señor por haber cedido al control de tu carne y haber usado el púlpito para tus asuntos personales, en lugar de actuar como Él te pide que actúes en Su palabra.
  2. Habla con el hermano y pídele perdón de todo corazón.
  3. Conversen el asunto pendiente en privado y soluciónenlo allí mismo.
  4. En el futuro, ora y depende del Señor en todo momento. Dedíquese a enseñar la palabra a todo el pueblo por igual.
  5. Dependa de otros consiervos, oren mutuamente, y reciba el consejo de los siervos del Señor.
  6. Si está enojado o dañado espiritualmente, sin poder dejar eso antes de subir al púlpito, es mejor no subir a predicar y delegarlo a otro hermano.

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2 Timoteo 2:15

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